jueves, 22 de octubre de 2009

Oscuridad.
Abrí los ojos con esfuerzo. Aun estaba oscuro, pero la luz de la luna llena entaba por mi ventana sin cortinas. Me moví con suavidad y me coloqué de costado. Ahí estabas, recostado en el sillón de terciopelo morado. Dormido. Pero estabas raro... No llevabas sombrero.
Oscuridad.
Me cuesta mantener los ojos abiertos. Estoy cansada. Aún así vuelvo a abrir los ojos. ¿Dónde está tu sombrero? Recuerdo que siempre te hizo gracia que casi me preocupara más por tu sombrero que por tí, pero realmente es un sombrero precioso. Miro alrededor de la habitación, y examino los rincones con la mirada, pero sigo sin verlo.
Oscuridad.
Quizás sea mejor que vuelva a dormir, y ya mañana te preguntaré... Me acomodo entonces en la cama y es cuando noto que tengo algo a mis pies. Abro los ojos y hago un esfuerzo por incorporarme. Ahí está, tu sombrero, a los pies de mi cama. Es entonces cuando me doy cuenta que esta lloviendo fuera.
Empieza a pasarse el sueño.
Me levanto y me dirijo a la ventana. Fuera llueve con fuerza y el viento mueve las ramas de los árboles probocando un sonido fantasmagórico. El cristal esta frío, pero dentro de la habitación hace una temperatura agradable. Noto tu presenciaa mis espaldas, te acercas a mí sin hacer ruido, y con suma suavidad apoyas tus manos en mi cadera y me besas.
- Te he despertado... lo siento. Pero es que me desvelé al verte sin sombrero.
- Ya sé que le quieres más que a mí. Es por eso que él estaba en tu cama y yo en el sillón.


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