viernes, 30 de octubre de 2009
Hoy las calles olían a sopa de calabaza...
martes, 27 de octubre de 2009
Y allí permanecía la pequeña Cheshire, subida a la rama más ancha del árbol, donde poder estar cómoda para acicalarse. Su sonrisa no se borraba de la cara por más noticias que escuchara, lo que a veces contrastaba de forma ilógica con su triste mirada, con la que observaba a los caminantes que pasaban por debajo de su árbol.
"El mundo se ha vuelto un lugar inhabitable" - pensaba a menudo.
Es por eso que pasaba las horas en la gran rama de aquel cerezo, creando su propia realidad, llena de tazas de té y tostadas de mantequilla.
lunes, 26 de octubre de 2009
Es eso lo que realmente me gusta de ella, que cuando se pone a delirar es cuando sus palabras me suenan más cuerdas...
Y ella no se daba cuenta de que detrás de aquellas tímidas palabras teñidas de locura se hallaba un corazón que tenía demasiado miedo del mundo que le rodeaba, incapaz de encontrar aquello que le hiciera realmente feliz. Es por eso que se escondía a la sombra de los tréboles, para que así solo las hadas le hicieran compañía y nadie le preguntara jamás sobre el color de sus lágrimas. Lágrimas que brotaban sin proponérselo, desde lo más profundo, y tan extrañas como las palabras que salen sin pensar, como sacadas con un hilo de plata, invisibles y sordas para todos aquellos que nunca soñaron con soñar.
Ese corazón pertenecía a la chica de rayas, pero aún entonces no los habían presentado.
viernes, 23 de octubre de 2009
¿Qué es esa música?
Suena tan dulce...
Tan atrayente...
Parece que me llama...
Como en un sueño empiezo a caminar, guiada por la melodía. No sé a donde me dirijo, ni qué me encontraré allí, pero mi mente sí que parece saberlo. Las notas se escuchan por todas las habitaciones de la casa, y recorren mi cuerpo como una droga, haciendo que quiera más, que quiera descubrir de dónde proceden para escucharlas más de cerca.
Al fin llego al pasillo donde se escucha más fuerte. Me dirijo a la única puerta abierta. Mientras me acerco, ya con ansias de llegar, me fijo en la calidez que sale de su umbral. Una luz que invita a entrar, que relaja porque sabes que nada malo te podría pasar mientras estés bajo su protección.
Me apoyo en el marco, y allí te veo, tocando al piano la melodía que compusiste para mí. No me sorprende verte ahí, sonriendo; pues mi mente sabía exactamente a donde se dirigía. Sabes que esa canción produce en mí ese efecto. Esté donde esté me sentiré fuertemente atraida y volveré a tu lado, para envolverme en tus brazos y disfrutar de tu calor.
jueves, 22 de octubre de 2009
Y ahí estaba ella, quieta... paralizada por las ganas de correr.
Oscuridad.
Abrí los ojos con esfuerzo. Aun estaba oscuro, pero la luz de la luna llena entaba por mi ventana sin cortinas. Me moví con suavidad y me coloqué de costado. Ahí estabas, recostado en el sillón de terciopelo morado. Dormido. Pero estabas raro... No llevabas sombrero.
Oscuridad.
Me cuesta mantener los ojos abiertos. Estoy cansada. Aún así vuelvo a abrir los ojos. ¿Dónde está tu sombrero? Recuerdo que siempre te hizo gracia que casi me preocupara más por tu sombrero que por tí, pero realmente es un sombrero precioso. Miro alrededor de la habitación, y examino los rincones con la mirada, pero sigo sin verlo.
Oscuridad.
Quizás sea mejor que vuelva a dormir, y ya mañana te preguntaré... Me acomodo entonces en la cama y es cuando noto que tengo algo a mis pies. Abro los ojos y hago un esfuerzo por incorporarme. Ahí está, tu sombrero, a los pies de mi cama. Es entonces cuando me doy cuenta que esta lloviendo fuera.
Empieza a pasarse el sueño.
Me levanto y me dirijo a la ventana. Fuera llueve con fuerza y el viento mueve las ramas de los árboles probocando un sonido fantasmagórico. El cristal esta frío, pero dentro de la habitación hace una temperatura agradable. Noto tu presenciaa mis espaldas, te acercas a mí sin hacer ruido, y con suma suavidad apoyas tus manos en mi cadera y me besas.
- Te he despertado... lo siento. Pero es que me desvelé al verte sin sombrero.
- Ya sé que le quieres más que a mí. Es por eso que él estaba en tu cama y yo en el sillón.
lunes, 19 de octubre de 2009
Cuando entré en la sala la vi sentada en el suelo, justo enfrente de la chimenea. Estaba mirando fijamente al fuego que ardía avivado por unos papeles, ya cenizas, que había arrojado momentos antes. Me senté en el sillón de terciopelo púrpura adornado con motivos dorados y negros, y tomé entre mis manos el libro apoyado en el reposa brazos. No era un libro demasiado grueso. Estaba abierto por la mitad, y en ese punto se podía ver lo que quedaba de unas hojas arrancadas.
La miré dubitativo y ella, sin apartar los ojos del fuego, me dijo:
- Estoy harta de leer cosas incomprensibles.
Viendo que yo callaba, continuó:
- Cuando alguien quiere comunicar algo, debería hacerlo de forma sencilla, para que esté al alcance de la comprensión de los demás. ¿De qué le sirve a un erudito comunicar lo que sabe si lo hace de una forma que solo lo pueden entender otros expertos de la materia? ?No es eso un despropósito? Solo enseñan a otros que ya saben y no piensan en aquellos que arden en deseos de aprender.
Entonces se levanto y se dirigió a donde yo estaba, me cogió la mano y me dijo:
- Cuando seas un erudito, prométeme que me enseñarás a entender.
Y dicho esto cogió lo que quedaba del libro, lo arrojó al fuego, y salió de la habitación.
Estoy sumida en un mar de pensamientos, pero son pensamientos secos, pegados a las paredes de mi mente. Ahora no son más que depositos duros, que arañan y pinchan cuando te acercas. Esto me pasa por olvidar regar mi cabeza durante todos estos años, para mantener húmeda mi mente.
Pero realmente debería poner mis ideas en remojo...
La pregunta es: ¿cómo?
- ¿Qué haces ahí subida, querida?
- Busco mi taza de té, que ha desaparecido.
- No creo que la encuentres en la copa de ese cerezo.
- ¿Y dónde si no?
;;
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